La lechuga guisada se puede conservar en el frigorífico para utilizarla en unos días, o se puede congelar para utilizarla más adelante. Puede ser la base de numerosos platos y combina perfectamente con legumbres, patatas o incluso con arroz.
Es una manera perfecta de reutilizar el excedente de lechugas de nuestros huertos y conservarlas sustituyendo a otras verduras utilizadas tradicionalmente en guisos como las acelgas o las espinacas.